Tempus fugit
Autores:
Candelaria Alvear Pérez
José Ignacio Rodríguez Codejón
Descubre la vida en verso en este jardín. Desde la fantasía de la niñez hasta la reflexiva muerte. Todo un conjunto en el que el protagonista eres tú, que tomas parte de esta efímera experiencia caminando por el río de Jorge Manrique y explorando los rincones del mismo, realizando sus propios caminos como buen caminante. Todo diseñado a partir de unas proporciones áureas que hacen un lírico edén para el disfrute y la meditación. Nada más pisar la primera grava de este fluvial sendero (Vita flumen) comienza una nueva vida, empezando por la primera etapa de la misma, la infancia. La primavera, el viento incesable, las flores de colores infinitos, la eterna ilusión, reflejada por diversos artistas literarios. Un paisaje idílico donde se invita al espectador a soñar, a sumergirse leyendo poemas en los pájaros, a acariciar la húmeda brisa, a volar… Conforme la vida avanza entramos en la fase más ardiente de la vida, la juventud. Flameante periodo, estival, rojo fuego, de ignífuga pasión. Es la época del primer y ferviente amor, donde todo es posible, la flor de la vida, la cumbre del volcán. La literatura de esta zona será fogosa y apasionada (Ignus amoris) y también de aviso para que el viajero aproveche al máximo el momento (Carpe diem). Seguiremos navegando, llegando a un nuevo meandro, donde el río empieza a discurrir con mayor lentitud, con menor caudal. La otoñal madurez ha llegado, las hojas caen, preparándose para el invierno. Aquellas flores de la primavera y el verano se han curtido en frutos, sabia naturaleza y auténtico conocimiento de la experiencia. Buen momento para tomarse con un poco más de pausa esta travesía, y sentarse a oler fragancias de tiempos pasados, a pararse a escuchar el leve crujido de las cortezas, que crepitaron a la lumbre de la lozanía y deleitarse de una poesía más melancólica, que suaviza lo vivido hasta ahora. Se intensifica la bruma, disminuyen los colores, las flores desaparecen por completo, no hay más que verde follaje. Llegamos a la desembocadura de esta vida, al mar, allá donde todos los paseantes convergemos, sin importar nuestra procedencia (Omnia mors aequat). Una mujer acaricia una paloma (referencia a Rosalía de Castro), un jinete flota en este océano (referencia a Federico García Lorca) y donde habita un vetusto tejo, al que ya los celtas adoraban como planta de la muerte… y la vida. Pero, ¿será éste el final de todo? (Memento mori) ¿y qué de aquellos que cruzaron de orilla? (Ubi sunt), ¿será que todo esto no es más que un teatro, un sueño? (Vita theatrum). Es una profunda cuestión, de difícil respuesta, pero te invitamos a subir al poderoso velero bergantín de Espronceda, y mirar más allá del mar de Juniperus, y que te sientas la libertad absoluta, sin ningún tipo de cadenas ni dependencias. Y ya tú decides si quedarás en tierra o levas anclas, y partes mar a través. ¿Qué aventura? ¿Qué nueva vida recorrerás ahora?
¡Mucha suerte con el concurso, chicos!